jueves, 15 de agosto de 2013

POEMA, María de las Mercedes (Pomona), ENCUENTRO

 Ella caminaba erguida

bajo el sol de mediodía

y yo me puse a su lado.

No sé por qué. Me atraía.



Tal vez fuese su mirada

o por cómo sonreía

que sentí que me habitaba,

y que su paz era mía.



Quizá fue por su sonrisa,

o lo que en su mirada había,

que no pregunté su nombre

sólo cedí a su armonía.



Yendo con paso muy lento

en su tierna compañía,

viví el amor que irradiaba,

ví la luz que la envolvía.



El sol dibujaba pájaros,

el tiempo se detenía

y un brillo de luna nueva

puerta al ocaso le abría.



Recién cuando se alejaba

y en la tarde se perdía

su voz perfumó el paisaje

a modo de despedida.



Cubriendo de oro y de plata

el cielo de su partida,

en un silencio que hablaba

de una caricia escondida



pude oír que me confiaba

lo que yo ya presentía:



“Sí, hija, yo soy tu Madre,

mi niña, yo soy María.”





María de las Mercedes 
EN EL DÍA DE LA ASUNCIÓN, MI HUMILDE HOMENAJE A NUESTRA MADRE DEL CIELO. BESOS. POMONA.


Uno camina siempre en su compañía, pero solamente cuando lee estas cosas bellas es como que realmente lo reconoce.

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