viernes, 15 de agosto de 2014

CELEBRACIONES LITÚRGICAS: 15 DE AGOSTO, SAN TARCISIO MARTÍR

San Tarsicio, también conocido como Tarcisio (forma incorrecta de Tarsicio), Tarsicio de Roma o Tarsicio mártir fue, según el Martirologio romano y una evidencia epigráfica honorífico-funeraria, un joven que murió martirizado en la Vía Apia de Roma en torno al año 257 o 258 d.C., durante el gobierno del emperador Valeriano. Lo poco que se conoce sobre él con carácter hagiográfico es lo que transmite el martirologio, a lo que se suma la inscripción esculpida en su tumba por mandato del papa Dámaso I, obispo de Roma entre 366 y 384. Tarsicio, conocido como «el mártir de la Eucaristía»,1 es venerado como patrono de los acólitos. El Martirologio romano lo celebraba el 15 de agosto.
En el año 258, Caesar Publius Licinius Valerianus Augustus, más conocido como Valeriano regía el Imperio romano. El emperador Valeriano ya era conocido entre los cristianos por proclamar edictos de persecución en los que se prohibía el culto cristiano y las asambleas, y se ordenaba la confiscación de los cementerios donde a menudo se reunían. Las motivaciones de Valeriano, alegadas por su propio procurator summarum rationum (procurador del patrimonio imperial) Macriano,2 eran hasta entonces inéditas: intentaba subsanar en parte el déficit estatal con los bienes de los cristianos.3 En el edicto de agosto de 257, Valeriano «prohibió el culto cristiano, obligando al clero a sacrificar a los dioses so pena de destierro» (Actas de Cipriano). Un año más tarde (agosto de 258), un Senadoconsulto amplió el edicto al prescribir:
«[...] Los obispos, presbíteros y diáconos deben ser inmediatamente ejecutados; los senadores, nobles y caballeros, perdida su dignidad, deben ser privados de sus bienes, y si aun así continúan siendo cristianos, sufran la pena capital. Las matronas, despojadas de sus bienes, sean desterradas. Los cesarianos [libertos del césar] que antes o ahora hayan profesado la fe, confiscados sus bienes, y con el registro [marca de metal] al cuello, sean enviados a servir a los dominios estatales.»     Carta 80 de Cipriano a Suceso3
Como resultado de ese edicto fueron martirizados en Roma los papas Esteban I (254-257) y Sixto II (257-258), y varios diáconos suyos, entre ellos el popular san Lorenzo, mientras que en África fue decapitado un referente indiscutido, el obispo Cipriano de Cartago.4
El nombre «Tarsicio» proviene del latín (tarsus, valor) y significa «valeroso». Considerando la perspectiva geográfica, el nombre significa «el que nació en Tarso», ciudad que luego de la conquista romana fuera capital de la provincia de Cilicia.
San Tarsicio fue un joven convertido al cristianismo a mediados del siglo III, que colaboraba como acólito de la Iglesia de Roma en las catacumbas durante la persecución a los cristianos por parte de la administración del emperador Valeriano.
Después de participar en una Misa en las catacumbas de San Calixto fue comisionado por el obispo de Roma, Sixto II (257-258) para llevar la eucaristía a los cristianos que estaban en la cárcel, prisioneros por proclamar su fe en Cristo. Por la calle se encontró con un grupo de jóvenes paganos que le preguntaron qué guardaba bajo su manto. Tarsicio se negó a decir, y los otros lo atacaron con piedras y palos, posiblemente para robar lo que llevaba. El joven prefirió morir antes que entregar lo que él consideraba un tesoro sagrado. Otros detalles más legendarios indican que, cuando estaba siendo apedreado, habría llegado un soldado llamado Cuadrato, catecúmeno cristiano, quien reconoció a Tarsicio y alejó a los atacantes. Tarsicio le habría encomendado antes de morir que llevara la comunión a los encarcelados en lugar suyo.
El Martirologio romano manifiesta lo siguiente: «En Roma, en la Vía Apia fue martirizado Tarsicio, acólito. Los paganos lo encontraron cuando transportaba el sacramento del Cuerpo de Cristo y le preguntaron qué llevaba. Tarsicio quería cumplir aquello que dijo Jesús: «No arrojen las perlas a los cerdos», y se negó a responder. Los paganos lo apedrearon y apalearon hasta que exhaló el último suspiro pero no pudieron encontrar el sacramento de Cristo ni en sus manos, ni en sus vestidos. Los cristianos recogieron el cuerpo de Tarsicio y le dieron honrosa sepultura en el cementerio de Calixto».
Poco después, según el Martirologio romano, el papa Sixto II también fue detenido durante la celebración de la Misa en el cementerio de Pretextato, y fue martirizado decapitado junto con los diáconos Januarius, Vincentius, Magnus y Stephanus, que lo acompañaban en la celebración eucarística. Al mismo tiempo sufrieron el martirio los diáconos san Felicísimo y Agapito, y poco tiempo después el diácono san Lorenzo.
 
San Tarsicio: Enséñanos a defender la Eucaristía como tu lo has hecho. AMÉN AMÉN

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