domingo, 12 de octubre de 2014

MICRORRELATO: Inés Gallardo Grau: ESPOSOS Y AMANTES

Ese día parecía uno más en la tranquila vida de los habitantes de ese pueblito de piedra escondido en la montaña
Era una cálida mañana de verano, la brisa ondulaba las flores de un bello jardín, el sol las acariciaba suavemente para no agobiarlas con su ternura, nada hacia suponer la tormenta que amenazaba la casa de los Torres Villalba.
Se habían enamorado siendo adolescentes y desde entonces estaban juntos, no fue un amor de  película pero era amor al fin.
Los hijos supieron darles una vida compartida, pero aquellos ya habían dejado el nido partiendo en busca de otros destinos más interesantes que el pequeño y amado pueblo de la infancia.
Dorotea comenzaba a sentir los síntomas de soledad y aburrimiento que apaciguaba en los encuentros con las vecinas y alguna ocasional amiga, buscando emoción y  novedades en los comentarios de vidas ajenas, también la visita a la virgen del Consuelo aliviaba su alma inquieta.
Unas copas compartidas con los viejos amigos alegraban los días de Carmelo, regresando al atardecer en busca del calor hogareño.
Cuando se encontraban marido y mujer se miraban indiferentes compartiendo el final del día en silencio.
Una noche Dorotea despertó sobresaltada, había soñado que un joven apuesto y generoso se había ofrecido llevarla hasta su casa cuando volvía de sus compras semanales mientras caminaba cuesta arriba la calle del Silencio rumbo a la suya.
Dorotea aceptó el compartir el alivio de su carga y al agradecerle su gesto lo miró a los ojos y quedó increiblemente atrapada en ellos!
Bruscamente despertó descubriendo que solo estaba a su lado su inconfundible marido.
En ese instante pensó que había llegado la hora de torcer el destino hacia una vida mas placentera y apasionada.
No pudo conciliar el sueño imaginando como decirle a Carmelo que debían buscar nuevos rumbos, no precisamente juntos...
La tormenta se desató mientras desayunaban, los gestos y las palabras de Carmelo eran irreproducibles, pero Dorotea decidida sonreía e insinuaba que su  sueño habia sido premonitorio y que llegaban vientos de una renovada felicidad.
Dorotea informo a sus hijos que partía unos días de vacaciones y de un merecido descanso, y que no pensaran en visitarlos porque su padre también se iría de viaje con  rumbo desconocido.
Pasaban los días y los amigos del pueblo no salían de su asombro ante la noticia, agotaban los comentarios imaginando donde estarían las almas de Dorotea y Carmelo...vecinas y amigos  envidiaban a los ausentes.
Pasaron los meses y la casa junto al barranco seguía esperándolos, el verano había llegado a su fin, ya no había flores en el jardín pero los añosos árboles todavía engalanados con su follaje ansiaban la llegada de sus dueños.
Y sucedió que una colorida y perfumada mañana que anunciaba la llegada de la primavera, una Dorotea y un Carmelo con una luz extraña en sus miradas en un regreso nostalgioso se encontraron en el camino de piedra que lleva al pueblo,se reconocieron y mirándose apasionados como cuando eran adolescentes,unieron  sus manos con fuerza intentando no separarse y emprendieron el camino hacia el hogar abandonado.
Dicen los vecinos que los nuevos amantes caminan sonriendo por las calles angostas rumbo a la ermita de la virgen del Consuelo,y cuando regresan una luz misteriosa los envuelve.
Doña Paulina cuenta por lo bajo que cuando la luna ilumina la casa de su vecina se escucha cantar y bailar a los Torres Villalba
Sus hijos dicen que sus padres no parecen los mismos,que siempre los esperan en el jardín tomados de la mano como dos adolescentes.
La luna enamorada vigila por las noches el sueño de los amantes!

Autora Inés Gallardo Grau

Hay veces que las separaciones hacen bien. Creo que eso es lo que quiso decir Inés en este Microrrelato. Gracias

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