jueves, 23 de julio de 2015

CUENTO: María Marta Spindler. LA ESCUELA

  -“¿Te acordás hermana que tiempos aquellos?”Me decía Lina tarareando la  canción mientras mirábamos fotos de nuestra época, ésa, de cuando íbamos a la escuela.

  -¡Cómo no me voy a acordar!, Me parece sentir  la fragancia de las glicinas en el fondo del patio de la escuela. Nunca faltaba una flor en el jarrón del escritorio de la maestra. Éramos especialistas en llevar ramos de aromos y retamas a la señorita. También éramos artesanos. Nosotras las entonces niñas, decorábamos nuestras propias figuritas abrillantadas remarcándolas por el dorso para que aparecieran como labradas. Así las transformábamos en “figuritas labradas”. Junto con los varones trabajábamos en la gran aventura de hacer  los barriletes, realmente teníamos que ser especialistas .Poseíamos la técnica y el secreto para armar nuestras cometas y elevarlas al cielo, quizás también conocíamos la magia. El armazón de cañas era todo un secreto profesional, sino estaba en perfecta escuadra, el barrilete no remontaría nunca. Así que, a veces eran dos triángulos isósceles perfectos, otras un romboide, a veces un equilátero y dos escalenos. Las figuras geométricas se ensamblaban según el diseño de nuestro juguete ¡Teníamos conocimiento!...En cuanto a los rayos, hechos con hilos no podían estar desparejos, la cola con trapitos de tela, el engrudo que hacíamos con harina y agua, también tenía su medida  justa para no hacer demasiado peso .Todo era minuciosidad y paciencia.

  ¿Te acordás de los pancitos de “azul”?...Eran para blanquear la ropa, así los guardapolvos quedaban impecables. Además almidonados  con el almidón cocido en agua hirviendo para que duraran más y se arrugaran menos. El moño enorme que después nos desataban los varones corriendo en el recreo. Recuerdo una vez que te pusiste a llorar porque tu abuela había estado largo rato haciéndote el moño y un chico te lo desarmó.

  ¿Y los zapatos?  “7 leguas y Gomicuer” ¡ no se rompían nunca!, las medias zoquetes que se zurcían con un mate para que también duraran todo el año.

  En la escuela teníamos labores, nos enseñaban a bordar. Punto cruz y punto atrás. Nos cambiábamos los hilos para tener mayor variedad de colores. Eso era compartir, decía la profesora, también nos enseñaban canto, música, declamación, baile. Nosotros sabíamos de un gato y una chacarera. Mi cuaderno de pentagrama era un desastre, nunca pude hacer bien una clave de Sol.

  Cuando sonaba la campana para salir al recreo hacíamos un gran alboroto. Cuando volvía a sonar anunciando que el espacio terminaba nos quedábamos en un silencio total. .Éramos respetuosos.

  Después nos daban el pancito de Viena redondo y el mate cocido ¡todo un manjar! Sabíamos disfrutar todo lo que teníamos .Fuimos niños respetuosos, ingeniosos, creativos en nuestra escuela. ¿Te acordás?

- Si…“¡Si cuando me acuerdo me pongo a llorar”!- Terminó Lina de tararear la canción.

  Quedamos en silencio lagrimeando un rato las dos.

                                                                                    María Marta Spindler


 Mención de honor; Premio otorgado por el Club de Leones Buenos Aires Liniers y la Junta Hisórica de Liniers. En concurso cuento  18-07-2015

Hermoso el cuento María Marta. Era muy difícil el temario. Te felicitamos. Bendiciones. 

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