lunes, 29 de enero de 2018

HISTORIA DEL CURA BROCHERO. Aída Martha Castelan

LA FORMIDABLE HISTORIA DEL CURA BROCHERO, UN VERDADERO SANTO EN LAS PERIFERIAS.
Imágenes integradas 1

Juan Pablo II lo llamó “el Cura de Ars de la Argentina”.

Cada piedra, yuyo o matorral durante años lo vieron pasar, incansable en su mula.

No lo detenía el frío, la nieve, el calor o el cansancio.

No lo paraba un río crecido o desbordado.

Debía llevar a los hombres a Dios y no le tocó una tarea fácil.

Lo llamaban el cura gaucho.

El Padre José Gabriel del Rosario Brochero fue un sacerdote que vivió entre 1840 y 1914 y evangelizó a lomo de mula las sierras cordobesas.
Fue incansable en el rescate de las almas de una población serrana muy pobre, aislada y olvidada. librada al estado del alcoholismo y la violencia.
Murió en 1914, leproso y ciego.
El 14 de septiembre de 2013 la Iglesia lo beatificó y el 16 de octubre de 2016 lo designa Santo
Imágenes integradas 2

UNA VOCACIÓN, UN LLAMADO

Como si Dios lo hubiera marcado para un destino de serranía, José Gabriel del Rosario Brochero nació el 16 de marzo de del año 1840.
En Carreta Quemada (Santa Rosa de Río Primero), en las llamadas Sierras Chicas de la provincia de Córdoba.
Era el cuarto de diez hermanos, que fueron naciendo en un hogar que vivía de las tareas rurales de su padre.
Un día después de su nacimiento, fue bautizado en la antigua capilla de Santa Rosa.
Su familia era de una profunda vida cristiana, en ese ambiente devoto creció José Gabriel.
No fue extraño que dos de sus hermanas escogieran ser religiosas del Herto.
El Padre Cevallos, por entonces el cura de Santa Rosa, lo impresionó profundamente con sus hechos y obras
Este sacerdote tuvo mucha influencia en el actuar posterior de José Gabriel, debido a su bondad e interés por la educación en zonas tan agrestes y pobres como el oeste cordobés.
Dios iba haciendo su obra en el alma del muchacho.
En el año 1856, contando 16 años. guiado por la ayuda y los consejos del nuevo Párroco de Santa Rosa, el Padre José Villafañe. ingresó al Colegio Seminario de Córdoba Nuestra Señora de Loreto.
Al regresar del exilio en el año 1860 los jesuitas expulsados casi un siglo antes por el Rey Carlos III, Brochero se enganchó con los metodos ignacianos, especialmente con los ejercicios espirituales.

POR FIN EL SACERDOCIO – POR FIN LA ENTREGA

Fue ordenado presbítero diez años después, el 4 de noviembre de 1866, a los 26 años de edad, por el obispo José Vicente Ramírez de Arellano.
El 10 de diciembre del mismo año ofició su primera misa.
La epidemia de cólera que devastó a la ciudad de Córdoba en 1867, lo encontró desempeñando su ministerio como teniente cura en la Catedral.
Este fue uno de los períodos más ejemplares, más peligrosos, más fatigosos y heroicos de su vida.
El flamante padre Brochero estrenó su vida sacerdotal socorriendo a enfermos y moribundos.
Y tanto en la población como en la campaña se le veía correr de enfermo en enfermo.
Sus facultades intelectuales lo llevaron a ser nombrado Prefecto de Estudios del Seminario Mayor.
Donde obtuvo el título de Maestro en Filosofía en la Universidad de Córdoba.

SAN ALBERTO: UNA PARROQUIA ENTRE LAS ALTAS CUMBRES

A fines de 1869, y con sólo 29 años, el joven Padre Brochero fue nombrado Párroco del extensísimo curato de San Alberto, en el oeste cordobés, al otro lado de las Sierras Grandes.
El departamento tenía una superficie de 4.336 kilómetros cuadrados de sierras escarpadas y caminos inhóspitos.
San Pedro era la cabecera del departamento y allí llegó el joven sacerdote, después de tres días de viaje en mula a través de las sierras.
Después de un tiempo y por voluntad personal, se radicó definitivamente en Villa del Tránsito (llamada hoy villa Cura Brochero en su honor).
n San Alberto había más de 10.000 almas que vivían en lugares distantes sin caminos y sin escuelas.
Vivían en pequeños poblados junto a los cerros, incomunicados unos de otros por las Sierras Grandes de más de 2.000 metros de altura, donde la naturaleza se mostraba bravía.
Era tal la miseria material y moral de sus habitantes, que el compasivo corazón del joven Padre Brochero sintió que el mismo dolor de Jesús lo llamaba en ellos. 
Sin dudar, tomó sobre sí mismo esa llamada de Cristo y desde ese momento dedicaría toda su vida a llevar el Evangelio a todas esas ovejas sin pastor.
Eso significó para él educar, realizar obras y promover a todas esas pobres gentesque desde el primer momento le fueron amadas.


ELEVANDO ALMAS Y LEVANTANDO PAREDES

Sabía que para rescatar esas almas de la pobreza moral  lo primero era devolverle la conciencia de su dignidad como Hijos de Dios.
Y al año siguiente de su llegada a la parroquia, comenzó a llevar tanto hombres como mujeres a la ciudad de Córdoba, para hacer los ejercicios espirituales.
Era una empresa descomunal ya que para recorrer 200 kilometros requería tres días a lomo de mula.
Sin embargo con la gracia de Dios el lograba juntar caravanas que muchas veces superaban las 500 personas.
Escribiría mas tarde un una de sus cartas: " Yo esperaba en Dios y en la Virgen Purísima".
  Resulta inexplicable a nuestra visión moderna el hecho de que el Padre Brochero pueda haber logrado convencer a “sus almas” de hacer esas travesías.
En las que más de una vez fueron sorprendidos por fuertes tormentas de nieve, grandes heladas y bajas temperaturas, para luego participar de “ocho días de retiro”.
El último día de los Ejercicios, el cura los despedía con un asado de carne con cuero y las siguientes palabras:
“Bueno, vayan no más y guárdense de ofender a Dios volviendo a las andadas.
Ya el cura ha hecho lo que estaba de su parte para que se salven si quieren
Pero si alguno se empeña en condenarse, que se lo lleven mil diablos . . .”
Al regresar, luego de días de silencio, oración y penitencia, además de la exhortación final, sus fieles iban cambiando de vida, siguiendo el Evangelio.
Sintiéndose con otra dignidad, no fue extraño que también comenzaran a pensar en buscar el desarrollo económico de la zona.
Años después, y viendo la respuesta de sus fieles, el padre Brochero decidió que era hora de construir una Casa de Ejercicios en la entonces Villa del Tránsito (hoy Villa Cura Brochero).
Fueron muchas jornadas de acarreo de maderas y palos a lomos de mula.
Pero, con la ayuda de sus feligreses, comenzó la construcción, en la que hasta las mujeres colaboraron amasando ladrillos y formando hornos que después de apagados se desarmarían para levantar las paredes.

EL CURA Y EL HOMBRE

Conocedor del Evangelio, desde el primer momento el Padre Brochero salió a los caminos a invitar a los pueblos al convite, a la fiesta de bodas prometida por el Padre
Sabedor también de que no estaban prontas las almas para presentarse con su traje de bodas ante Nuestro Señor, se propuso prepararlos adecuadamente.
Es que su parroquia era verdaderamente, la Galilea de los gentiles.
Por treinta años, el cura Brochero recorrió a lomo de mula los escarpados caminos, sintiéndose responsable del alma de cada uno de sus hijos espirituales, los que el Cielo le había confiado.
Padres, madres, abuelos, hijos, nietos. Despidió a las viejas generaciones y recibió a las nuevas, prodigando los sacramentos que los “ataban” a Dios.
En esos treinta años, celebró matrimonios, bautizos, liberó almas del pecado con miles de confesiones, acompañó dolores y soledades.
Y mientras tanto, su andar sobre la mula era momento de oración, horas de oración, días de oración.
El “cura” Brochero, dejó una huella imborrable en el bello y duro paisaje de Traslasierra.
Tenía muy claro que Dios lo quería “contemplativo en la acción” y precisamente, fue en la acción apostólica donde él desarrolló su camino de unión con Cristo y de transformación espiritual.

EVANGELIZACIÓN PRIMERO, PROMOCIÓN DESPUÉS

Con sus feligreses construyó más de 200 kilómetros de caminos
Uno de ellos el hoy ya viejo “Camino de las Altas Cumbres”.
Construyó varias iglesias, fundó pueblos y se preocupó por la educación de todos.
Su celo por sus pobres feligreses, lo llevó a construir un Acueducto para llevar agua a la Villa del Tránsito.
Solicitó ante las autoridades y obtuvo mensajerías, oficinas de correo y estafetas telegráficas.

COMPARTIENDO LA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR

Sufrió las inmerecidas críticas e incomprensiones de otros sacerdotes unidas a la indiferencia de las autoridades, que acompañaron su camino y su duro trajinar a favor de sus pequeños.
Finalmente, fue diagnosticado con el terrible mal de la lepra, adquirida por atender y acompañar a un enfermo de ese mal, con el que hasta tomaba mate.
Y pudo ver cómo muchos de aquellos en los que confiaba, se apartaban de él asustados por la espantosa enfermedad, siendo su hermana Aurora su única compañía.
El 2 de febrero de 1908, a los 68 años de edad, casi ciego y sordo, renunció a su parroquia, imposibilitado de atenderla.
Con admirable resignación abrazó la pesada cruz con que Dios quiso probar su trabajosa ancianidad y sus últimos años fueron cátedra elocuente de probada virtud.
Tanto la lepra como la angustiosa soledad, descubrieron de manera impensada la fecundidad de su entrega como sacerdote.
El 26 de enero de 1914, entregó piadosamente su alma a Dios en su amada Villa del Transito, dos mese antes de cumplir 74 años.
Sus restos, por su deseo fueron enterrados en la Capilla de la Casa de Ejercicios Espirituales para que los ejercitantes rezaran por el.
En 1994 fueron trasladados a la Catedral de Córdoba.
Fue declarado venerable por el papa Juan Pablo II en 2004.

POR FIN, BEATO JOSÉ GABRIEL DEL ROSARIO BROCHERO

El 20 de diciembre de 2012 Benedicto XVI firmó el Decrero de Beatificación.
La ceremonia de beatificación tuvo lugar en la localidad de Villa Cura Brochero el 14 de septiembre de 2013
.

EN LA TIERRA, GENEROSAMENTE SANTO EN EL CIELO

Fue canonizado el 16 de octubre de 2016
Tal vez sea bueno recordar una frase que este hombre de Dios, ya leproso, dijo al quedar ciego:
Yo estoy muy conforme con lo que Dios ha hecho conmigo en relación con mi vista y le doy muchas gracias por ello.
Cuando yo pude servir a la humanidad, me conservó íntegros y robustos los sentidos.
Es un grandísimo favor el que me ha hecho Dios, Nuestro Señor al desocuparme por completo de la vida activa.
y dejarme la ocupación de buscar mi fin y de orar por los hombres pasados, presentes y por los que han de venir hasta el fin del mundo.

Después de este riquísimo testimonio nada tengo para agregar mas que:
SAN JOSÉ GABRIEL DEL ROSARIO BROCHERO RUEGA POR NOSOTROS.
Aída Martha Castelan
 
AMÉN. AMÉN. GRACIAS AÍDA.